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Tempest Rising: el glorioso regreso del RTS clásico que amamos

 Tempest Rising: el regreso glorioso del RTS que todos esperábamos

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¿El heredero de Command & Conquer? Slipgate Ironworks no se anda con rodeos y nos entrega un homenaje descarado (y delicioso) a los gloriosos años del RTS clásico.


Imagina esto: estamos en 1962 y la Crisis de los Misiles de Cuba no termina en negociación, sino en fuego nuclear. El mundo cambia para siempre. De las cenizas, surge una nueva fuente de energía: Tempest, un mineral misterioso que sustituye al petróleo y que, claro, se convierte en el nuevo objeto de deseo global. Así empieza Tempest Rising, una ucronía explosiva donde la estrategia, la acción y la nostalgia se dan la mano.


Y sí, si has jugado alguna vez a Command & Conquer, te vas a sentir como en casa.


Un RTS que no se esconde: esto es puro amor por Command & Conquer

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No, Tempest Rising no es “parecido” a C&C: es su sucesor espiritual sin disfraz. Desde la ambientación bélica hasta las facciones calcadas (GDF = GDI, Dynasty = NOD, y un mineral sospechosamente similar al tiberio), el juego no se molesta en disimular sus referencias. Y lo mejor es que no lo necesita. Porque lo que hace, lo hace bien. Muy bien.


Este no es un RTS reinventado, es un RTS restaurado, y eso lo convierte en una joya para quienes crecimos micromanejando tropas y lanzando misiles nucleares desde la comodidad de un PC.


¿Y cómo se juega? Como antes, pero con esteroides

La campaña te pone en la piel de dos facciones enfrentadas en una guerra global por el control del Tempest. Cada una con su estilo, arsenal y habilidades únicas. Desde el minuto uno, el juego te lanza a misiones variadas: sabotajes furtivos, defensas desesperadas, construcción de bases, ataques coordinados...


El sistema es ágil y directo, con mejoras tecnológicas en forma de doctrinas (comunicaciones, movilidad, información) y un arsenal I+D que nos permite optimizar nuestras tropas. No reinventan la rueda, pero sí la engrasan para que ruede como nunca.


Un festín visual y sonoro para los nostálgicos

Visualmente, Tempest Rising brilla gracias al Unreal Engine 5. No es hiperrealista, pero tampoco lo necesita. Su estilo gráfico recuerda a los RTS clásicos, pero con detalles modernos que enriquecen la experiencia. Eso sí, se echa en falta un poco más de “mundo devastado”: la Tercera Guerra Mundial luce un pelín genérica en pantalla.


El audio, por otro lado, es puro oro. Frank Klepacki, leyenda de la música de Command & Conquer, vuelve para poner banda sonora a nuestras batallas con una mezcla brutal de metal y electrónica. Las voces, los efectos, las alertas... todo nos transporta a otra época.


Campaña potente, multijugador en construcción


El foco está claro: el modo campaña es el corazón del juego. Y aunque promete la inclusión futura de una tercera facción (los misteriosos Veti), por ahora solo podemos controlar a GDF y Dynasty.


El multijugador está presente, pero aún necesita crecer. Ofrece partidas rápidas y escaramuzas, pero no termina de explotar todo su potencial competitivo. Con suerte, las actualizaciones irán puliendo esta parte con el tiempo.


Conclusión: Tempest Rising no inventa nada, pero lo hace todo bien


Tempest Rising es exactamente lo que muchos esperaban: una carta de amor al RTS clásico, vestida con tecnología moderna. Su fórmula no es nueva, pero su ejecución es impecable. Hay espacio para mejorar, sobre todo en el desarrollo de la historia y el multijugador, pero como experiencia de campaña es difícil no recomendarlo.


¿Te gustó Command & Conquer? Este es tu juego.

¿Nunca jugaste un RTS clásico? Este es el mejor lugar para empezar.


¿Listo para volver al campo de batalla y conquistar el mundo a base de estrategia, drones y rayos láser? Tempest Rising no es solo nostalgia: es una promesa cumplida.






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