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Tempest Rising: El RTS que revive la gloria de los 90 con fuerza en 2025

Tempest Rising: El regreso triunfal del RTS que los 90 soñaron y 2025 necesitaba

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¿Fan del Command & Conquer de toda la vida? Entonces prepárate, porque Tempest Rising no solo es un homenaje descarado a los clásicos de estrategia en tiempo real de los 90… es, directamente, su mejor heredero moderno.


Este nuevo título de Slipgate Ironworks no pretende reinventar la rueda. Y no lo necesita. Lo que hace es capturar la esencia de una era dorada del RTS, actualizarla con cariño y precisión quirúrgica, y devolverla a nuestras manos como si nunca hubiéramos dejado de construir bases, recolectar recursos y lanzar ofensivas épicas.


Un tributo con alma (y cañones)


Desde el primer minuto, Tempest Rising se siente como una carta de amor a Command & Conquer. Pero lejos de quedarse en la nostalgia, construye sobre ese legado con mejoras modernas que hacen que jugarlo en 2025 sea tan emocionante como aquella primera batalla contra el NOD en 1995.


El juego nos lleva a un mundo alternativo post-Crisis de los Misiles de Cuba, donde la guerra nuclear no fue evitada. En este panorama devastado, dos facciones (la GDF y la Tempest Dynasty) pelean por el control de una fuente de energía alienígena llamada… sí, lo adivinaste: Tempest.

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Las vibras C&C están en cada rincón: desde el diseño de unidades, hasta las cinemáticas entre misiones. Aquí no hay full motion video ochentero, pero sí CGI que hace el trabajo con estilo.


Campañas, caos y control total


El modo campaña es un festival de nostalgia modernizada: dos campañas, 11 misiones cada una, con variedad suficiente para mantenernos pegados a la pantalla. Desde sabotajes sigilosos hasta defensas épicas a contrarreloj, cada misión tiene su propio sabor.


Lo mejor es que las dos facciones no solo se ven diferentes: juegan diferente. Sus unidades, estructuras y estilos de combate están tan diferenciados que cambiar de bando es como empezar un juego nuevo.


Y si lo tuyo es la guerra sin contexto, el modo escaramuza es pura adrenalina. ¿Quieres más? El multijugador online está ahí para atraparte durante horas (o semanas).


Clásico en el corazón, moderno en la ejecución

Tempest Rising no se anda con rodeos. Aquí no hay pausas ni turnos: es gestión en tiempo real pura y dura. La microgestión importa. El ritmo es frenético. Y cada decisión táctica puede marcar la diferencia entre la victoria aplastante o el desastre total.


¿Duración? Unas 15-20 horas si vas directo a las campañas. Bastante más si te enganchas a los objetivos secundarios (y ya te aviso: lo harás).


¿Vale la pena? Totalmente.

Si creciste jugando RTS en los 90, este juego es como volver a casa. Si no, es una puerta de entrada perfecta al género. Tempest Rising no solo es un revival: es una declaración de amor por la estrategia en tiempo real, hecha con respeto, inteligencia y mucha pasión.


En un momento en el que el género necesita más referentes, Tempest Rising se planta con fuerza y nos recuerda por qué nos enamoramos de él en primer lugar.




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