‘Mariliendre’: la nueva joya de Los Javis que convierte a "la amiga de los maricones" en estrella absoluta
“¿Qué sería de los maricones sin las mariliendres? Nada.”
Con esta frase como manifiesto, Mariliendre no solo arranca fuerte, sino que planta cara desde el minuto uno. La nueva serie creada por Javier Ferreiro y apadrinada por Los Javis (Calvo & Ambrossi) llega como un huracán color neón, pop, y muy necesario.
En cualquier otra historia, Meri Román sería solo “la amiga” graciosa. Aquí, es el centro del universo. Deslenguada, caótica, con cero intención de ser un ejemplo de nada —y precisamente por eso, irresistible—. Blanca Martínez (sí, la de Todas las veces que nos enamoramos) le pone cuerpo y alma a esta diosa imperfecta que se ha ganado su lugar como nuevo icono queer.
Pero Meri no está sola. A su alrededor brilla una pandilla de personajes tan entrañables como disfuncionales: Martín Urrutia (recién salido de ‘OT’), Omar Ayuso (Élite), Carlos González (Maricón perdido) y la cantante Yenesi, formando un cuarteto gay que es puro fuego. Atención especial a Nina, que aquí se reinventa como la madre de Meri y se luce en un registro muy señora con capas.
Una historia que salta entre pasado y presente… y entre carcajadas y nostalgia
La serie arranca con el funeral del padre de Meri y un secreto que lo cambia todo: era gay. Así empieza una especie de road trip emocional donde la protagonista intenta entender quién era realmente su padre... y quién es ella ahora.
A medida que avanza, Mariliendre entrelaza con precisión de cirujano dos líneas temporales: el presente y hace diez años. Y entre fiestas, resacas, apps, rupturas y reconciliaciones, la serie también habla de cómo nos marca el paso del tiempo, la amistad, las drogas y, por supuesto, la noche madrileña de Chueca en su máximo esplendor: Strong, Boyberry, Delirio… todos están ahí.
Pop barroco, cameos y mucho glitter emocional
La ambientación es una delicia para los nostálgicos del 2000: desde Lydia Lozano y Belén Esteban hasta Britney Spears y La Pija y La Quinqui. Es un universo saturado de referencias, pero nunca gratuito: cada guiño suma y construye identidad. Hay cameos gloriosos (que no spoilearemos) y un espíritu mainstream sin perder lo alternativo.
Y por si fuera poco, es un musical. Sí, has leído bien: musical. Cada capítulo incluye entre tres y cuatro temazos que van de Alaska a Sonia y Selena, pasando por Beth o Marta Sánchez. Algunos números son directamente antológicos. El cierre del último capítulo es un subidón, un “¡aquí estoy!” a ritmo de coreografía, brilli-brilli y verdad emocional.
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