‘Sujo’: belleza nacida del caos

¿Puede surgir la poesía en medio de la violencia? Sujo, la nueva película de Astrid Rondero y Fernanda Valadez, responde con un rotundo sí. Esta joya del cine mexicano no solo conquistó el Gran Premio del Jurado en Sundance 2024, también fue la apuesta de México para los Oscar. Aunque no logró entrar en la terna final, su impacto ya es imborrable.

En tiempos donde el narcotráfico domina narrativas desde todos los ángulos posibles, Sujo elige otro camino. Mientras Emilia Pérez de Jacques Audiard se enfoca en los engranajes de las élites criminales con un estilo operático, Sujo mira hacia abajo: a los que cargan con las consecuencias. A los invisibles.

Una estética que abraza el dolor… sin mostrarlo todo

Lejos de glorificar la violencia, las directoras apuestan por el lirismo. Con una puesta en escena cargada de simbolismos y pinceladas de realismo mágico, Sujo construye un relato profundamente humano. La sangre está fuera de plano. Y esa decisión –estética y política a la vez– hace toda la diferencia.

Estamos ante una coming-of-age poderosa, en la que la valentía femenina y la determinación del protagonista dibujan una luz tenue, pero firme, en medio de un paisaje desolador.

¿De qué va Sujo?

Tras el asesinato de su padre, Sujo queda huérfano. Su tía, en un acto heroico, lo rescata de una muerte segura. Crecerá en el campo, en una vida marcada por la pobreza y el peligro constante. Al llegar a la adolescencia, cae –casi como un destino inevitable– en las redes de un cártel. Pero Sujo no es solo víctima: es también resistencia. Lucha por salirse del camino trazado y escribir una nueva historia.

¿Podrá cambiar su destino? Esa es la pregunta que late con fuerza en cada escena.