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"Todo lo que no sé": la película española que por fin habla de nosotros y nuestra generación

 "Todo lo que no sé": La película que por fin habla de nosotros

CINE TV

Una de las películas más honestas, oportunas y estremecedoras del año — y sí, probablemente no la veas en los rankings de taquilla.


El cine social español lleva años haciendo malabares entre la urgencia de sus temáticas y el desafío de conectar con su público. Películas como El salto (Benito Zambrano, 2024) o El 47 (Marcel Barrena, 2024) son necesarias, valientes y artísticamente potentes. Pero hay un problema: muchas veces hablan de nosotros, sin hablar a nosotros. Abordan grandes conflictos, pero desde una distancia abstracta que deja fuera a toda una generación atrapada entre los 30 y los 50, sobreviviente de dos crisis económicas, y con más preguntas que certezas mientras suena de fondo el tic-tac del desencanto post-15M.


Entra Ana Lambarri con Todo lo que no sé

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La ópera prima de la directora y guionista Ana Lambarri llega como una bocanada de aire fresco (y algo áspero, como debe ser). Una película que, por fin, pone el foco en los miedos, contradicciones y luchas silenciosas de una generación perdida entre la precariedad laboral, el colapso mental y el deseo de una vida mínimamente coherente.


Sin florituras ni moralinas. Sin soluciones mágicas. Solo honestidad.


Todo lo que no sé nos presenta a Laura, interpretada con una precisión demoledora por Susana Abaitua (sí, hay que empezar a hablar de ella como una de las actrices más versátiles del cine español actual). Laura es una mujer que no encaja en ningún molde ideal: no es heroica, ni simpática, ni cool. Es humana. Y eso es, precisamente, lo que la convierte en un reflejo dolorosamente reconocible.


Salud mental, pareja, trabajo... todo a la vez y sin manual de instrucciones


Lambarri se atreve con un cóctel tan cotidiano como explosivo: la ansiedad del trabajo inestable, la presión de los cuidados familiares, el desgaste emocional de las relaciones de pareja, el miedo a fracasar en todo a la vez. Todo ello mostrado desde una puesta en escena sobria y minimalista, sin adornos ni efectismos. Como una radiografía emocional sin filtros.


La película no predica. Observa. Y en esa mirada, encuentra una empatía brutal.


Una generación que ya no puede más (y lo sabe)


Todo lo que no sé no solo dialoga con las obras de Remedios Zafra (especialmente El entusiasmo), sino también con el cine de Jonás Trueba, Luis López Carrasco, y el espíritu crítico de Laurent Cantet o Stéphane Brizé. Y como en un eco del mítico film Alicia en la España de las maravillas (1978), seguimos viendo el mismo país: fragmentado, saturado y agotado, bajo la tiranía de la cultura del éxito y la autoexplotación.


Con un reparto impecable —desde Stéphanie Magnin hasta Andrés Lima o Ane Gabarain— cada personaje parece nacido para su papel. Cada diálogo, cada silencio, tiene peso.


¿Por qué no deberías perdértela?

Porque Todo lo que no sé no es solo una película. Es un espejo. Uno que duele, sí, pero también sana. Y aunque no tenga la fanfarria de las superproducciones, tiene algo mucho más raro: verdad.


Ojalá no se pierda en el ruido de los estrenos. Ojalá más gente se atreva a mirar.


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