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Thunderbolts: ¿La redención que Marvel necesita?*

 Crítica de Thunderbolts: El asterisco más polémico del MCU esconde algo más que una nota al pie

Cine TV

Por fin llegó la película que Marvel no sabía si quería hacer… pero hizo igual. Thunderbolts (sí, con un misterioso asterisco) podría ser la señal de que el MCU intenta recuperar el rumbo —o al menos hacer como que lo intenta— tras años de secuelas, spin-offs y series que ya nadie sigue con entusiasmo religioso.

Para los fans incondicionales, esto puede sentirse como una especie de redención. Para el resto, probablemente solo sea otra película con personajes que suenan vagamente familiares (¿Taskmaster? ¿John Walker?) y tramas que requieren una tesis en Historia del Multiverso. Y sin embargo, Thunderbolts tiene algo diferente: un tono de comedia cínica, un aire de experimento con presupuesto de blockbuster, y un reparto que... bueno, intenta no tomarse tan en serio.

¿Quiénes son estos Thunder-quién?

Jake Schreier, director de Robot & Frank, lanza esta comedia de antihéroes sin rumbo con una premisa sencilla: ¿qué pasa cuando juntas a los perdedores del MCU en una sola misión suicida, con traiciones incluidas? El resultado es un cóctel de humor negro, traumas mal gestionados y una especie de terapia grupal con coreografías de pelea.

Tenemos a Yelena Belova (Florence Pugh), quien hereda el carisma de su hermana Black Widow; a John Walker, el Capitán América fallido; a Ghost, esa que se desvanece; a Taskmaster, que... lucha bien; y a un misterioso Bob Reynolds, con bata médica, amnesia y probablemente más poder del que puede manejar.

¿No conoces a ninguno? Bienvenido al club.

El asterisco importa

Ese asterisco en el título no es decoración. Es una trampa para los curiosos, una promesa de algo más. Algo que se revela solo al final, cuando ya te comprometiste a casi dos horas de acción, sarcasmo y traumas compartidos. Y sí, todo esto con el trasfondo de un villano llamado "el Vacío", cuya sombra aparece literalmente en los primeros segundos de la película.

Marvel parece querer decir: No necesitas saber todo, pero mejor si lo sabes. El problema es que muchos ya no quieren hacer la tarea.

Los verdaderos "perdedores" del MCU

Lo interesante de Thunderbolts es que abraza su condición de producto reciclado. Estos personajes no son los Vengadores; son los que quedaron cuando se acabó el presupuesto emocional del fandom. Pero en esa sinceridad forzada hay chispa. Especialmente cuando aparece Julia Louis-Dreyfus como Valentina Allegra de Fontaine, la versión Marvel de una burócrata manipuladora con peluquín blanco y agenda secreta.

Junto a su asistente Mel (la siempre divertida Geraldine Viswanathan), manipula a este equipo con el entusiasmo de alguien que juega ajedrez con piezas que no sabe mover.

Marvel, ¿otra vez intentándolo?

Thunderbolts se siente como un parche emocional al MCU. Los fans de toda la vida verán referencias y conectarán puntos. Los nuevos —o los que abandonaron después de Endgame— tal vez sientan que están viendo un episodio suelto de una serie que ya fue cancelada, pero al menos se entretendrán en el camino.

Los momentos de introspección son superficiales, pero funcionales. El humor funciona, aunque no siempre. Y el gran misterio (el Vacío) intenta dar profundidad, aunque la película cae en un tercer acto algo genérico, como si Marvel dijera: Ya hicimos algo diferente… ahora volvamos a lo de siempre.

Conclusión: ¿vale la pena el viaje?

Sorprendentemente, sí. No porque sea una gran película, sino porque Thunderbolts es honesta con su caos. No quiere ser el nuevo Avengers, ni lo intenta. Y eso, en un universo obsesionado con conectar cada historia, se siente casi refrescante.

Es Guardians of the Galaxy con más traumas, menos encanto y un poco más de cinismo generacional. Yelena y su equipo son los héroes que no quieren estar ahí. Como muchos de nosotros, solo están tratando de sobrevivir… y si pueden salvar a un amigo en el proceso, mejor.

En un mundo sin Vengadores, estos son los parias que tenemos. Y aunque no pidamos mucho de ellos, a veces lo inesperado es justo lo que necesitábamos.




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