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Jack Quaid y Jefrey Dean Morgan destacan en Neighborhood Watch una comedia inesperada

 ‘Neighborhood Watch’: Jack Quaid y Jeffrey Dean Morgan son la pareja menos probable... y la más entretenida del año

CINE TV
¿Un paranoico con esquizofrenia y un ex guardia de seguridad con problemas de ira resolviendo un crimen que quizás nunca ocurrió? Suena como una receta para el desastre… pero en Neighborhood Watch, es justo lo contrario. Este inesperado dúo protagonizado por Jack Quaid y Jeffrey Dean Morgan nos entrega una buddy-comedy disfrazada de thriller urbano que, sin pretender ser explosiva, resulta sorprendentemente absorbente.

Dirigida por Duncan Skiles, el mismo detrás del inquietante The Clovehitch Killer, esta película mezcla humor, locura y un toque de crítica social con un estilo que recuerda al cine setentero más desaliñado: personajes primero, trama después. El guion, firmado por Sean Farley, apuesta por una narrativa más emocional que narrativa, con un ritmo que nunca acelera demasiado, pero tampoco se detiene.

Un protagonista que duda de su propia realidad

La historia comienza con Simon McNally (Quaid), un treintañero tan frágil emocionalmente como vulnerable psicológicamente. Vive con su hermana (Malin Akerman), apenas puede sostener una conversación sin desmoronarse, y sufre alucinaciones auditivas y visuales que lo desconectan del mundo real. En una de sus crisis, cree haber presenciado un secuestro en un callejón… pero ¿fue real o fruto de su mente?

Entra en escena Ed Deerman (Morgan): cascarrabias, reaccionario y adicto al póker online. Un exjefe de seguridad que ya no tiene placa pero sigue actuando como si la tuviera. Su encuentro con Simon es accidentado, pero termina convirtiéndose en el compañero renuente de una investigación tan improbable como peligrosa.

Una comedia oscura con corazón (pero sin cursilería)

Lo que sigue es una cacería urbana que va revelando posibles redes de trata de personas mientras nuestros protagonistas también lidian con sus propios demonios (y los de la policía, que no confía en ellos). La gracia está en cómo se va construyendo esta relación improbable entre dos marginados: uno emocionalmente roto, el otro socialmente disfuncional.

Jack Quaid está brillante en su papel: nunca exagera los brotes de Simon, logrando que el personaje sea empático y complejo. Morgan, por su parte, convierte su sarcasmo natural en una coraza que poco a poco se agrieta, sin perder

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